Sobre el libro
Poesía Negra, otras voces, otros ámbitos:
La iniciativa editorial del profesor e investigador Francisco Torres Monreal de traducir un corpus unitario de la poesía negra en lengua francesa nos resulta tan insólita como extraordinariamente importante. El exotismo de dicha empresa queda expresado en los nombres de los poetas, no por desconocidos en estas latitudes menos importantes, y en sus lugares de nacimiento. La nómina es imprescindible, aunque sean muchos y no tengamos suficiente espacio para detenernos de un modo específico en cada uno de ellos:
J. Jacques Rabearivelo (Madagascar) 1901-1937.
Birago Diop (Senegal) 1906-1989.
Léopold Sédar Senghor (Senegal) 1906-2001.
Chicaya U’tamsi (Congo-Brazzaville) 1931-1988.
Paulin Joachim (Benin) 1931.
Fatou Sow Ndiaye (Senegal) 1937.
Jean-Baptiste Tati-Loutard (Congo) 1938.
Mudimbe Vumbi-Yaka (Zaire) 1941.
Sony Labou Tansi (Congo) 1947-1995.
Paul Dakeyo (Camerún) 1948.
Tanella Boni (Costa de Marfil) 1954.
Babacar Sall (Senegal) 1954.
Fernando Almeida (Camerún) 1955.
Veronique Tadjo (Costa de Marfil) 1955.
Liane Nimrod (Tchad) 1959.
Abdourahman Waberi (Djibuti) 1965.
Jean-Luc Raharimanana (Madagascar) 1967
Casi todos han recibido estudios en Europa, tienen algún doctorado y son profesores en universidades de sus respectivos países. El autor de la edición y traductor nos aclara que se trata de poesía nunca anterior al siglo pasado, pues ése es el límite para la escritura en estos territorios. Nos referimos a Madagascar, Senegal, Congo-Brazzaville, Costa de Marfil y algunos otros.
El poeta y el lector curioso no tendrán más remedio que acercarse a esta cuidada edición en la que ha intervenido el escritor Javier Marín Ceballos, experto no sólo en el ámbito de la palabra poética sino también en las lides de la edición.
El asunto de la Negritud, de las tradiciones ancestrales, de la liberación colonial y de la constitución de una cultura autóctona y diferente a la occidental se percibe a lo largo de toda la obra. Lo dice de este modo el traductor de la misma: La exaltación apasionada, casi mística, del mundo negro, de su cultura y tradiciones ancestrales, lo que, sin duda alguna, también era una forma de protesta. Se da la circunstancia paradójica, pero hasta cierto punto natural, de que a pesar de esa voluntad de desmarcarse del mundo blanco, de denunciar tantos años de servidumbre y de exaltar lo específicamente autóctono, todos los poetas beben de la misma cultura libresca que repudian, en ella se forman y a ella regresan cuando les conviene; lo que por otro lado no es más que un comportamiento inteligente y de carácter sensible de unos creadores que se empeñan de un modo noble en configurar una lengua, una iconografía y un imaginario propio y tan rico como el europeo.
De esta manera lo explica en el estudio preliminar el profesor Francisco Torres Monreal: Cabe decir que la actual poesía negro-francófona está demostrando una madurez y un dominio que la hace codearse sin complejos de ningún tipo con la poesía más moderna o postmoderna de nuestro tiempo. Con esa idea la leemos y con esta misma convicción ha de tomarla el lector interesado en los nuevos horizontes de la poesía y de la literatura en general.
Porque son poetas alejados de nuestro mundo, que pertenecen a culturas ancestrales y exóticas, pero que al mismo tiempo han sabido comunicarnos su misterio, debemos escucharlos con mayor atención y deben despertar nuestra curiosidad en mayor medida. El poeta de Benin, Paulin Joachim escribe a propósitos de esas otras latitudes: Tierras rasgadas por gritos de niños atrapados/ por la histeria blanca, en la sombra que fecunda al negro. La violencia interrracial en muchos de estos poetas constituye un rasgo común. No podemos olvidar la historia de una colonización que Europa impuso como se impone una condena. Tampoco están lejos los ecos de una esclavitud anterior, inhumana que el poeta negro ha heredado en la forma de pesadillas: Tierras altas trágicas de hombres y mujeres/ inoculados de sueños insomnes.
No queda más que decir, salvo aconsejar la lectura de este libro que nos acerca a otras voces y a otros ámbitos, pues se trata de una edición cuidada y hermosa y cuyo estudio y traducción merecen todos nuestros respetos. Francisco Torres Monreal no sólo ha sabido dar unas pinceladas exactas de una literatura que desconocemos en general, sino que les ha concedido a todos los poemas un ritmo y una gracia lírica inestimables en cualquier traducción que se precie.
Pascual García
Reviews
There are no reviews yet.